Ya estoy en India.
Comienzo a compartir algunas de las experiencias relativas al Yoga en este blog. He publicado algunas entradas en el blog hermano Una vuelta por India http://namaskara.blogs.com/india en el cual abordo otras fascinaciones indias y digresiones no tan yoguis.
En cambio en este blog me centraré en compartir algunas vivencias afines al Yoga. Sobre todo al motivo inicial de este viaje que es la oportunidad de estudiar en el Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute (RIMYI) también llamado Instituto de Yoga Iyengar, localizado en Pune.
Este instituto es la matriz del método de Yoga Iyengar, creado por BKS Iyengar y también desarrollado por sus hijos Geeta y Prashant.
Más de cien estudiantes provenientes de distintas partes del mundo se reúnen aquí cada mes para aprender de la fuente viva de este método. Ahora hay muchas rusas, franceses, inglesas - of course- y en el plano latino me he encontrado con dos chilenas y la querida y avanzada maestra colombiana Amparo Rodriguez con quien he pasado muy gratos días en México. Ya que ella es quien lleva el entrenamiento de maestros en Tepoztlán, en el cual también colaboro.
Para estudiar en el RIMYI es necesario tener una práctica de Yoga Iyengar durante al menos ocho años y haber mandado solicitud con por lo menos dos años de anticipación.
Entonces estar aquí es un privilegio. Ya que uno recibe enseñanzas directamente de Guruji como también nos referimos a BKS Iyengar. Guruji significa querido maestro. La terminación "ji" refiere cariño y respeto.
También enseñan sus hijos Prashant y Geeta quien en este momento se encuentra en recuperación pero aún así ha enseñado en una clase médica. Otros maestros son Abhey, nieta de Iyengar, una mujer de menos de treinta años de preciosa cara sonriente y con una pujante práctica. Raja joven apuesto de 31 años de edad a quien once años atrás Guruji preguntó "Qué estas haciendo de tu vida?" y le ofreció enseñarle a practicar. Hay otros maestros que no ubico aún.
Y es que el curso apenas ha comenzado. He tomado dos clases con Prashant (60 años de edad) maestro fascinado por la postura del triángulo (Trikonasana), el lenguaje y la filosofía. Temas en los que no repara explicar mientras hacemos una y otra vez la misma postura. Por lo general Trikonasana.
También he realizado apenas dos prácticas. Este es un espacio de tres horas en las cuales cada quien hace su práctica de asanas (posturas de Yoga). Es fascinante ver la diversidad de variantes que se realizan. Pero sobre todo hay una presencia que de inmediato se percibe, inspira y se escucha. Es el mismísimo BKS Iyengar que a sus 91 años de edad (el próximo 14 de dciembre cumple 92) realiza al lado del centenar de alumnos su vigorosa práctica.
Pronunciados arcos (extensiones de columna vertebral hacia atrás) como Kapottasana y Urdhva Dhanurasana con la ayuda de silla y pared. Así como largos parados de cabeza (Sirsasana) y de hombros (Salamba Sarvangasana) con la ayuda de un tressler o caballo de madera es lo que he visto que más realiza. Practica con un cronometro de unos cinco centímetros de diámetro colocado sobre elegante base de madera frente a sus ojos.
Y no solamente practica también enseña sobre todo a Abhey y Raja. Una enseñanza que por lo que se escucha y, por lo general son solamente sus voces las que se oyen en el salón, es rigurosa y divertida ya que se perciben los esfuerzos pujantes de Abhey y varias risas. La escena es conmovedora y se siente muy familiar. También presentes se encuentran otros maestros indios.
En la sala semicircular se siente el paso más de la experiencia que de los años. En cada diverso soporte de madera oscura, en cada amarre de cuerdas varias, en cada rincón de tapetes, piso y paredes usadas se siente la historia. Un montón de imágenes de Guruji de joven haciendo posturas, así como representaciones del Aum y retratos de Geeta, su maestro Krishnamacharya y las estatuas de Patanjali y Shiva adornan e inspiran en la sala.
Practicar en este entorno es fascinante.
Incluso me atrevo a decir que es histórico. Eso fue lo primero que sentí al practicar tan cerca de Guruji; que estaba frente a un personaje histórico. El método Iyengar ha sanado, transformado e inspirado a miles de personas en todo el mundo. La diversidad de libros escritos por BKS Iyengar se han traducido a decenas de idiomas. La revista Time lo ubicó dentro de los cien personajes más influyentes del mundo durante el siglo XX.
Y ahí estaba yo practicando mi breve parado de manos a menos de tres metros de distancia del gran maestro en su prolongado Sirsasana. Casi casi respirando el mismo aire.
Una experiencia magnífica.
Una tarde bajé a la biblioteca por primera vez y ahí estaba Guruji sentado casi en la entrada en su impecable ropa blanca escribiendo. Namaskara lo saludé respetuosamente poniendo mis manos juntas frente al pecho. Así mismo y con una sonrisa respondió él.
Sin embargo, me tardé en encontrar las palabras, las sensaciones que estos encuentros me habían provocado.
Hace unas horas celebramos Patanjali Jayanti una ceremonia en honor a Patanjali, autor de los Yoga Sutras, primer texto escrito sobre el Yoga hace unos dos mil años. La ceremonia comenzó con cantos de mantras. Posteriormente Raja y otra mujer, que aún no ubico, compartieron reflexiones muy ligadas a vivencias personales sobre los dos primeros Yoga Sutras.
Luego Guruji subió a la tarima se sentó sobre un cojín y le pasaron tres paquetes. Con un fervor de niño abriendo regalos quitó el colorido envoltorio y enseñaba sonriente, orgulloso, los libros. Eran las tres flamantes publicaciones que el instituto Iyengar acababa de publicar.
En estos días auspiciosos cercanos al festival de la luz (Diwali) que se celebra en la próxima noche de Luna nueva, refirió Iyengar quien comenzó a hablar sobre la importancia de la práctica de asanas en el mensaje de Patanjali aún cuando ese no había dedicado más de tres yoga sutras a las asanas.
La ceremonia terminó con una ofrenda a la imagen de Patanjali adornada con jazmín y demás abundancia de flores.
Sentado afuera de la puerta de su casa, ubicada a unos cuantos metros de la salida del Instituto, veía feliz y satisfecho con sus características cejas despeinadas y su linaje rojo vertical en la frente como los alumnos nos íbamos yendo y respondía sonriente a los namaskara con los que nos despedíamos de él.
Fue al ver esta escena cuando sentí claramente lo que el Maestro me transmitía: Vigor, rigor, historia pero sobre todo humildad, generosidad y amor.
Namaste.
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