Luna nueva de febrero. Tiempo del festival Shivaratri en la villa de Gokarna.
Es medio dia. En las calles de esta devota villa no hay, aun, mucha gente. Predominan turistas.
El calor con calor se quita. Es un placer sudar a chorros mientras tomamos un hirviente chai (te) a mas de 30 grados centigrados.
La imagen de Shiva sale del templo para trasladarla, en trompetoso cortejo musical, al pie un enorme carruaje en forma de capullo. Sus ruedas de madera miden unos dos metros de diametro. Se ven tan pesadas que no parece vayan a poder rodar.
A las dos de la tarde, la concurrencia era abundante. Los turistas eramos los menos. En los minutos previos a que la imagen shivaita tocara el carruaje, la lluvia de platanos contra el mismo se acrecentaria. Pequenyos platanos de a rupia eran lanzados contra el carruaje a manera de ofrenda --tambien lei que para apaciguar la furia de Shiva. Esta lluvia se incremento cuando decenas de personas empezaron a jalar gruesas cuerdas que movian, con velocidad inimaginada, el carruaje de unos diez metros de altura. El estruendo era como la concurrencia: pletorica. No mas de 300 metros midio esta procesion por la principal calle de Gokarana hasta alcanzar otro carruaje.
Solamente unos minutos estarian estos dos carruajes cerca. El regreso del principal se iniciaria pronto. Para colocarme de frente al carruaje para fotografiar el regreso tuve que estrujarme como nunca lo habia hecho, la multitud era impresionante. Unos minutos despues de que empezara a rodar logre alcanzar el frente del carruaje. Sorteando la cuerda de proteccion y evadiendo los lathigazos de la policia comence a disparar el obturador. Lathis son los palos de bambu que la fuerza publica utiliza aqui para mantener el orden (por llamarle de alguna manera a este caos encausado en devocion). Afortunadamente el rigor policiaco era muy rebasado por el fervor. Con una mano detenia el lathi del policia y con la otra sostenia la camara.
Eran los ultimos cincuenta metros de la carrera, como todo final procesional, la euforia iba en aumento. Las pantorillas explotaban, las cuerdas que jalaban el carruaje crujian como lo hacian las enormes ruedas de madera. Los gritos cada vez eran mas fuertes y el suelo, evidentemente, mas resbaladizo, debido a la constante lluvia de bananos.
Tantas imagenes se resbalan en la memoria, me afianzo de la final:
Una energia especial jalaba los ultimos metros el carruaje. Esta eruptaria estruendosamente cuando finalmente el carruaje de Shiva alcanzara su destino inicial y cientos de manos se elevarian al cielo: Goooooooooooo karna, significa oreja de vaca. La emocion se podria comparar con aquella que provoca atender un gol de Mexico en un partido de copa mundial en el Estadio Azteca. Quiza mayor.
Pletorico del poder de Shiva regrese muy ligero a la tranquila playa Om a fotografiar a la rumiante mientras el sol se ponia. El mar me limpio el sudor de tantos.
Shiva es el dios de la Misericordia. Asi lo explica un relato tradicional seleccionado por Alejandro Gorojovsky en su libro Cuentos de la India (Ediciones B, 2001):
El Gran Dios solo se hace visible a los hombres en la figura de sus tres hijos: Brahma, que ha creado el universo para que todas las almas tengan oportunidad de cumplir su ciclo en el mundo de lo manifestado; Vishnu, el encargado de conservarlo y cuidarlo hasta tanto haya un solo ser que necesite transitar por el, y Shiva, quien ensenya a todos los seres como recorrer el sendero que lleva hacia Dios.El papel de Shiva es el mas dificil y pocos pueden comprenderlo: los hombres que se hallan apegados a la materia ven en el a su destructor, porque es quien los aparta del mundo tangible, que no es mas que el debil reflejo del otro, el mundo real, donde mora el Divino...Es por esto que Shiva es llamdo el Dios de la Misericordia y el Amor, porque su bondad y su paciencia son infinitas para ensenyar a los hombres a no extraviarse en el camino de regreso a la esencia suprema. (pp.103-104)