Es sorprendente como un camello joven, de solamente cinco anyos de edad (suelen vivir unos 28 anyos) y con solamente cuatro meses en la “industria del turismo” sepa elegir la vereda apropiada entre un abanico de al menos cinco rutas.
Con un camello asi –al cual ademas le gustaba llevar la delantera—me sentia una especie de camelman reencarnado en un chilango que en esta vida nunca habia pasado mas de diez minutos sobre el lomo de animal alguno.
Uno se sienta en la "acojinada" silla cuando el camello –evidentemente- aun esta sobre el suelo. Hay que abrir bien las piernas. Samjeev, asi se llama mi camello, se empieza a lamentar. Soporta las extremidades delanteras sobre rodillas, me inclino hacia el frente de modo que la pendiente de la montanya rusa se recuerda plana, inmediatamente despues cuando incorpora las patas traseras, estoy vertiginosamente a unos tres metros de altura.
Dos minutos despues de iniciado el paseo es tiempo de que controle el camello. Basta que me den las cuerdas para que Samjeev empiece a trotar. Mal reflejo el mio fue sujetarme al animal con las piernas. Cuando Samjeev siente la presion en los costados incrementa la velocidad.
"Controlalo, controlalo!!!", me gritan. Eso me gustaria. Finalmente un escalon de arena nos detiene cuando yo me imaginaba cubierto de arena. Primera leccion aprendida nunca le sueltes la rienda al camello y te sujetes a su cuerpo con las piernas.
Bienvenidos al lomo. El meditabundo trayecto se fue extendiendo. Primera escala : Una villa. Segunda escala (tres horas) para comer te, chapatis (pan) y verduras recien preparadas. En el letargo de la siesta una nube de polvo era levantada por cientos de camellos. Perseguimos siluetas y nos espinamos las pantorrillas.
Seguimos la aparentemente lenta travesia hasta llegar a esas ritmicas dunas de arena que todos ansiabamos ver. Caminar sobre los seductores patrones areniscos y cuasigeometricos al lomo del camello, es sin duda una imagen entranyable. “No puedo creer que estemos a unas horas de nochebuena” comentaba con razon Hata, artista holandesa parte de nuestra caravana. El resto lo formaban: Ronald, artista tambien y novio de Hata y otras dos parejas de ingleses.
Poco despues alcanzamos otras dunas, destino de nuestro campamento navidenyo. Mientras el sol se dirigia hacia occidente, recolectamos lenya. A la caravana se sumaron otras cuatro personas, una pareja de californianos, otro habitante de San Francisco que resulto ser el padrastro de Diana. Una especie de regalo navidenyo que me enviaron los reyes magos. Diana es una chava espanyola que habia estado trabajando en una ONG en Pune, India. Se convirtio en mi companyia navidenya. Platicamos, en espanyol, muy a gusto.
Con el cielo estrellado y la fogata encendida, rolaron las cervezas, El frio arreciaba, se anyora un vino. La musica rajasthani era interpretada a unos metros de nosotros. La cena especial era preparada por Mr King nuestro guia, Ganesh, el duenyo de la companya que nos llevo y otro grupo de ayudantes. Arroz, verduras, frijoles, lentejas, dulce de zanahoria, chai, chapatis y otro tipo de pan. Feliz Navidad. La platica continuo. La neta muchos que viajamos a la India somos a toda madre. Ja! La cerveza se desparramo en la arena cuando nos acercamos al fuego.
Una de las marionetas pierde su cabeza masculina entre las enaguas… Despues de la cena. Un espectaculo tipico de titeres rajasthanies acompanyado de una especie de silbatina y otros instrumentos fue presentado frente a la fogata. El que manejaba las marionetas tenia un bigote sensacional. Con algunos chistes de camellos de pormedio se armo el baile. Los indios semi descalzos eran mucho mas entusiastas que los occidentales arropados. El frio arreciaba nyero.
“Buenas noches” Empezaron a dormir los primeros. Diana regresaria a Jaisalmer en Jeep. Afortunadamente, decidieron adelantar los fuegos artificiales a las 23:30. Era el momento de tenderse bajo las estrellas y mandar deseos que persiguieran los rayos del sol en su trayectoria a mi terrunyo.
Feliz Navidad. Cuando a la una de la manyana coloque la mesa como escudo contra el viento, finalmente pude dormitar.
El 25 el trayecto continuo lentamente, Ronald traia una fiebre que rememoraba escenas de la pelicula The Sheltering Sky.
Para alguien que disfruta los trayectos, el lomo de camello es bueno para las cavilaciones. De repente dos gacelas se llevaron estas a otra estepa. Hata y yo empezamos a platicar. Sobre el horizonte modernas helices generadoras de energia eolica contrastaban con ese paisaje que parece anyorar jurasicas corrientes marinas. Una vez cerca de las helices me senti Quijote pos…modernon. Llevabamos dos horas camelleando, el oasis tomo forma de una pequenya villa de arquitectura y vestidos preciosos. Una hora despues comimos bajo un enorme arbol. Ovejas sedientas y encabronadas porque les quitamos sombra nos robaban naranjas y limpiaban platos con la lengua.
Avanzada la tarde y protegidos del viento por una duna, montamos el campamento. Esta noche eramos muchos menos, solamente siete. Una buena cena, una ceveza para cuatro, algunos tragos de whiskey y galletas con bhang fueron el preambulo del montaje de un nacimiento y un diminuto arbol de navidad a la orilla de la fogata.
Una rustica choza, pesebre, Maria, Jose y Jesus con halo divino y toda la cosa. Eran acompanyados por un burro y los tres reyes magos, uno de los cuales era mas parecido a un Tree-man del Senyor de los Anillos. Asimismo el ninyo dios era protegido ni mas ni menos que por un cocodrilo!!! Que diablos hacia un cocodrilo a mitad del desierto? Que responda Hata. Como sea tuvo un papel predominante en la pastorela donde la familia divina era advertida por un camel man que al dia siguiente se tendrian que levantar a las 7:30 de la manyana. La busqueda de posada tendria que continuar.
La narracion –llevada a cabo por este cada vez mas experimentado hombre de teatro y influenciado por marionetas rajastanies—asi como la lenya se fueron agotando. No hubo mas remedio que inmolar la divina escena. Milagrosamente, el ninyo dios escapo del fuego y ahora anda gateando el desierto del Thar.
En el momento en que las llamas respiraron por ultima vez, las estrellas iluminaron el campamento. Dormir con los ojos abiertos me hubiera encantado.