Finalice mi trayecto por el camino hindostan-tibetano en donde hasta hace unos 150 anyos se realizaban sacrificos humanos. El sediento Bhimakali, cuya figura sigue siendo ofrendada con cabras, pollos, bufalos e incluso, cuentan, de aranyas, tiene uno de los templos mas atractivos que he visitado. Con una antiguedad de 800 anyos y arquitectura himachalpradeshianaantiterremotos, el templo de Bhimalaki con dos altas torres se encuentra en Sarahan.
Este templo, fue otra de las razones por las que complete esta ruta hacia el sur. Por razones religioso-burocraticas, las adoradas imagenes las pude ver apenas unos segundos. Sin embargo, Sarahan lo disfrute mas, como suele suceder, por razones inesperadas.
De entrada lo que mas goce fue la rasurada. La comodidad de no rasurarse durante dos semanas, tuvo ademas el motivo de asistir con razon a una peluqueria india. Y es que la rasurada incluye masajes faciales. El costo? Cinco rupias, esto es el equivalente a un peso, incluye navaja nueva y locion.
Otro placer fue probar por primera vez el tipico desayuno indio. Parathas, pan hecho con Ghee en el cual se insertan hierbas o papa, la papa es la favorita, y es acompanyado por Curd (yoghurt) o una acida salsa con pepinillos.
Con cara y estomago plenamente satisfechos caminaba por el pequenyo pueblo arbolado, cuando un senyor muy amable, me empezo a hacer platica y me estaba ensenyando con orgullo las casas donde paso su infancia. El destino final de este paseo era un santuario de aves, al cual nunca llegamos ya que se metio al hospital y lo perdi.
Como sea, el medio dia no es la mejor hora para visitar santuario de aves, ya volveria mas tarde. Regrese a mi hotel, donde tenia el placer de un banyo con regadera de agua caliente y esplendida vista a la puesta de sol tras las montanyas. Esta la disfrute un dia antes mientras hacia yoga.
Me tope con la sorpresa de que la ruta mas corta para mi siguiente destino era un viaje en camion de gobierno de 20 horas!!!
Atardecia cuando entre al santuario de aves, a unos cien metros de la entrada me asome a un rincon donde un hombre contemplaba el cielo sentado en posicion de loto fuera de la acogedora cueva que servia como su morada. Me invito a pasar y hablamos de yoga, me ensenyo una postura y estuvimos un buen rato, simplemente disfrutando ver como caia la noche. Ideal manera de terminar mi estancia en los Himalayas, claro seguida de la cena de unos tibetanos momos.